viernes, 17 de octubre de 2014

Mitos y Leyendas de Santa Ana, El Salvador

Una de las Leyendas mas conocidas de Santa Ana es como llego la Señora de Sta. Ana

La leyenda cuenta...

Leyenda llegada imagen de Señora Santa Ana

Señora Santa Ana















Leyenda de la venida de la imagen de Señora Santa Ana a Sihuatehuacán.

Todo era oscuro y desierto. Los ruidos misteriosos de la noche se agrandaban por el temor y la soledad.
La lucha caprichosa y retrechera tardaban su salida, dijérase que lo hacía adrede, como una mujer bonita…
Los ocho indios callados y cansados, casi no andaban en el camino pues la oscuridad no se los permitía, y aquel bulto que les entregaron para su pasaporte pesaba tanto, caminaban y caminaban entre tropiezos y caídas; no veían nada, la compañía entera era una boca de lobo.
"Si la luna alumbrara", se animó a decir uno de ellos.
"Si lleváramos luz", acertó el segundo……"pero esta oscuridad", "si este bulto no pesara tanto", terció el otro.
Y de nuevo siguieron caminando, sudorosos y callados por largo camino, oyéndose tan solo el jadear por la fatiga, de la fatiga continuada.
Por fin a lo lejos se ven las luce citas, se ven las pequeñas chozas que anuncian la proximidad del pueblo, y cobrando nuevos bríos impacientes por llegar, los ocho indios redoblan sus esfuerzos y caminan más de prisa con su bulto en hombros, mientras que la luna que se asoma sonríe picaresca.
Llegan por fin y colocan su pesada carga en el lugar mejor, en el centro del pueblo, en la plaza que amorosamente acoge a los forasteros que cargados de fatiga acuden a ella a descargar. Después de una ligera refacción los ocho caminantes se rinden del sueño y el alba los despierta con sus voces de cenzontles y palomas.
"Vuelta a la carga" dijeron "que el viaje es largo" y así lo intentaron pero con gran sorpresa vieron que era imposible. ¿Qué pasaba? ¿Que era lo que así los detenía? Parece que aquel bulto hubiera echado raíces de pronto hasta las profundidades de la tierra…
Los ocho rostros pálidos y temerosos se vieron entre sí. Volvieron a forcejear…. y de nuevo fracasaron, lo intentaron mil veces más y el sol ya alto fue testigo de su desaliento e impotencia. Varios llegaron a ayudarles y sus esfuerzos aunados fueron inútiles.
Señora Santa Ana, María y San JoaquínY ya cuando el sol transponía el oriente, convirtiendo el suelo todo en una llamarada, reunido el pueblo entero ante el caso inaudito decidieron ver que contenía aquel misterioso bulto.
Con cautela, con temor mezclado de curiosidad, fueron quitando poco a poco las envolturas y al ir cayendo quedó al descubierto una bellísima y desconocida imagen. Sus facciones eran graves y a la vez dulces, de sus ojos morenos salía una mirada que amorosa y tranquila envolvía aquel pueblo sorprendido, en su boca, nido de promesas, se dibuja una sonrisa de comprensión.
Aquella augusta y real imagen estaba acompañada por una niña bellísima y pura. Y de repente de los labios de alguien brotó aquella frase, que pronunciada queda, con sabores de miel plena, de unción y amor: SEÑORA SANTA ANA.
Y desde aquel día, día de aventuras sin fin, de dichas y gloria, Santa Ana es excelsa y amada Patrona Nuestra Señora Santa Ana por los siglos de los siglos.

"El Cadejo" 



La leyenda dice que tras observar todos los males que aquejaban al pueblo, Dios decidió crear una figura que atemorizara al humano pero con el fin de protegerle. De allí surgió un ser con morfología de perro, con los ojos rojos y de color blanco como las nubes que se encargaría de protegerle. El demonio, enojado por la acción del Padre, formó una copia identica pero de color negro, que provoca pavor en aquel que le observa. 

Existen por tanto dos cadejos: el blanco y el negro; el primero representa la bondad y a quien se lo encuentre lo cuida. El cadejo blanco representa a un espíritu de luz que protege a todos los fieles creyentes y nunca permite que el cadejo negro se robe el alma de los recién nacidos o de los niños pequeños. 





El negro, por el contrario, de ser molestado atacará a quien lo perturbe.El cadejo negro simboliza al espíritu del mal que persigue a sus víctimas, los hipnotiza con sus enormes ojos color rojo escarlata y cuando los atrapa les roba el alma. Incluso el cadejo blanco eventualmente defiende a quien resguarda al encontrar el cadejo negro en su camino, trabándose entre los dos una fiera lucha. Se dice que el cadejo negro es normalmente ahuyentando con el humo del incienso que en El Salvador se conoce como Sahumerio. 

"El Duende" 



El Duende es un espíritu enamorado que siempre busca a las mujeres jóvenes y bonitas, a las cuales no deja en paz hasta que hacen algo desagradable para él. Esto puede ser no bañarse o hacer cosas antihigiénicas. Este espíritu no deja tranquila a la muchacha bonita que escoge por medio de ruidos por las noches, brisas y aromas, hasta causar que se quede solterona. Pero en cuanto la joven realice actividades antihigiénicas el Duende se retira no sin antes causar un ruido estruendoso y soltar una carcajada. 





"La Siguanaba" 
Llamada también, La "Sihuanaba, es un personaje de la mitología salvadoreña, también difundida en Guatemala. 

Originalmente llamada Sihuehuet (Mujer hermosa), tenia un romance con el hijo del dios Tlaloc, del cual resultó embarazada. Ella fue una mala madre, dejaba solo a su hijo para satisfacer a su amante. Cuando Tlaloc descubrió lo que estaba ocurriendo él maldijo a Sihuehuet llamamándola Sihuanaba (Mujer Horrible) .Ella sería hermosa a primera vista, pero cuando los hombres se le acercaran, ella daría vuelta y se convertiría en un aborrecimiento horrible. El Dios la condenó a vagar por el campo, apareciéndose a los hombres que viajan solos por la noche. Dicen que es vista por la noche en los ríos de El Salvador, lavando ropa y siempre busca a su hijo el Cipitio, al cual le fue concedida la juventud eterna por el dios Tlaloc como su sufrimiento 

Según lo que cuenta la leyenda, todos los trasnochadores están propensos a encontrarla. Sin embargo, persigue con más insistencia a los hombres enamorados, a los Don Juanes que hacen alarde de sus conquistas amorosas. A estos, la Siguanaba se les aparece en cualquier tanque de agua en altas horas de la noche. La ven bañándose con guacal de oro y peinándose con un peine del mismo metal, su bello cuerpo se trasluce a través del camisón. 

Dicen las tradiciones que el hombre que la mira se vuelve loco por ella. Entonces, la Siguanaba lo llama, y se lo va llevando hasta un barranco. Enseña la cara cuando ya se lo ha ganando. Para no perder su alma, el hombre debe morder una cruz o una medallita y encomendarse a Dios. Otra forma de librarse del influjo de la Siguanaba, consiste en hacer un esfuerzo supremo y acercarse a ella lo más posible, tirarse al suelo cara al cielo, estirar la mano hasta tocarle el pelo, y luego halárselo. Así la Siguanaba se asusta y se tira al barranco. Otras versiones dicen que debe agarrarse de una mata de escobilla, y así, cuando ella tira de uno, al agarrase la víctima de la escobilla, ella siente que le halan el pelo. Esta última práctica es más efectiva, ya que es el antídoto propio que contrarresta el poder maléfico de esta mujer mágica. Un metodo funcional al observar a una mujer en el rio sin saber si es la siguanaba, consiste en gritar tres veces seguidas, "No Te Vas a Ir Maria Pata de Gallina", si es la siguanaba se asustara y se lanzará al barranco, si no era ella te diran que sos un loc; pero se te pasara el susto. Toma las precauciones del caso de lo contrario no te preguntes si algun dia te dicen que fuiestes jugado por la "siguanaba" 



"El Cipitío" 

Llamado originalmente Cipit, y en la actualidad Cipitío o Cipitillo es un personaje de leyenda en El Salvador. Nació de la relación que tuvo su madre Ziguet (Sihuet) (Diosa Luna) con el Dios Lucero de la Mañana, traicionando infielmente al Dios Sol. Es por eso que el dios de dioses, Teotl condenó tanto a la madre como al hijo. A la madre la degradó de su categoría de Diosa Luna a mujer errante y al niño le condenó a nunca crecer, y conservarse por siempre en la edad de once años. 

Cipit es hijo de dioses, pero su aspecto es el de un niño de bajas condiciones sociales y económicas, con una deformación en los pies, teniéndolos revés, enorme barriga y con el poder de teletransportarse. (Es de admirar que en épocas precolombinas, se tuviera claramente definido el concepto de teleportación). Su alimentación está basada en comer cenizas y bananas. Además la Mitología Cuscatleca lo ubica en la región de San Vicente. Durante siglos, Cipit fue el Dios de las relaciones prohibidas y adulteras, en la actualidad es un icono de la cultura salvadoreña donde es representado como un niño alegre y que vaga errante. 

El Cipitío es un ser propio del folklore salvadoreño. La leyenda ha evolucionado de generación en generación, adaptando muchos de los elementos de la misma para no perder vigencia; aunque en el fondo, conserva la escencia ancestral. El nombre viene del nahuat Cipit, que significa niño, de donde se deforma la palabra "Cipote" utilizada para nombrar a los infantes en El Salvador. De estatura acorde a sus eternos diez años, con barriga prominente, ropa de manta y un sombrero de palma puntiagudo y de grandes alas. Se dice también que tiene los pies hacia atrás 
Frecuenta los trapiches de las moliendas de caña, le gusta comer y bañarse con cenizas, también gusta de frecuentar ríos y es un eterno enamorado de las muchachas a las que constantemente les espía, silba, o arroja piedrecitas y flores 

Aunque no es ofensivo, es hostigoso. Generalmente hace bromas con las cuales se burla de las personas, carcajeándose sonoramente. De igual manera, se ha escuchado mencionar en la lengua salvadoreña que cuando una chica es objeto de su hostigamiento, la solución para alejarlo es comer en el baño, frente a la taza de un inodoro; esto debido a que se supone que él siente asco fácilmente con los malos hábitos de las personas, en este caso las mujeres, por eso se supone que esta es la solución más efectiva cuando una mujer está siendo objeto de sus hostigamientos. 

Según la Mitología Cuscatleca, él era el hijo de un romance prohibido entre la Diosa Luna, Sihuet y el Dios Lucero de la Mañana. El padre de la joven, el Dios Tlaloc, al enterarse dejó caer una maldición sobre hijo y madre. 

En la serie televisiva, el Cipitío reconoce a su abuelo, con quien se comunica cuando tiene problemas. 






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